¿Sabes cómo lo hago?...Viviendo en una, conociendo sus gentes, admirando sus lugares, sus sacrificios, sus historias. Y recordando la otra, todo lo que de ella llevo conmigo y en mí. Una y otra están entrelazadas hasta la eternidad, como la sangre de los que las hemos vivido.
Llequé a España en el año 2004, con treinta y siete años. Después de andar dos por otros lugares de la Península, aterricé con mis dos niños, en el Aeropuerto de Las Palmas; desde que llegué me di cuenta que estaba en un lugar muy parecido al mío; fue al atardecer, nunca olvidaré que ese día pasamos por un pueblo de Navarra llamado Tudela, y estaba nevando muy fuerte, pero al amanecer en Canarias el sol rajaba las piedras como decimos en Cuba; sentí una sensación increible, me parecía que volvía a estar en mi país y cuando me dí cuenta de la cercanía del mar, recordé los versos de una canción "...Amo esta isla, soy del Caribe jamás podría pisar tierra firme, porque me inhibe..."
jamás podría pisar tierra firme,
porque me inhibe.
que ya se han abarrotado,
usted mira a todos lados,
y lo ve lleno de gente,
no es que tanto me moleste,
pero pocos son de allí,
se fueron de allá, de aquí,
y hoy arrastran esa pena,
de sentirse entre cadenas,
que es lo que me pasa a mí.
goza de una facultad,
al sentir su libertad,
se identifica y la vive,
al cambiar la que lo inhibe,
por su mar, por su palmera,
una eterna primavera,
o un sol que entra en su piel,
va sintiendo que no es él
y pierde hasta su bandera.
Después conocí un poco mas de las Islas por las novelas de Dulce María Loinaz, poetiza cubana, que amó a Canarias, visitó estas tierras en varias ocaciones. Escribió primero "Un verano en Tenerife", gracias principalmente a este libro, fue muy querida por los canarios, que en agradecimiento bautizaron una calle con su nombre:
"...Contaré, pues, sencillamente, cómo fue, para mí, un verano en aquella poca tierra asomada a flor de agua; la primera en romper la superficie de un mar que lo era todo, y la última que contemplaron las carabelas de Colón cuando enfilaban ya sus proas al Mundo Ignoto..."
Y mas tarde "Fe de vida", en el que narra la historia de su gran amor, el segundo hombre con el que se casó, libro que me fascinó, del que me acordé mucho, cuando hace unos días, leía "El plan infinito", de Isabel Allende, que dedicó la chilena a su también segundo esposo. El Hombre que enamoró a la cubana, fue un canario que llegó a Cuba, yo pienso que a finales de la década de los cuarenta, con los bolsillos vacíos, Pablo Álvarez de Cañas, y que mas tarde se convirtió en periodista de la crónica social y en una de las personas mas influyentes en la Habana.
Con la obra de Dulce María, no solo supe de los canarios, sino que además aprendí mucho de la Cuba de entonces y de la que en aquel momento era una próspera capital.
Les dejo aquí, un fragmento de una de sus obras mas importantes, donde Dulce María cuenta la proeza de una mujer, la primera en subir la cumbre del Teide:
Un verano en Tenerife (1958):
...La expedición de Piazzi Smith es la que ha realizado estudios más completos del volcán. Tuvo lugar en 1847, y fue subvencionada por el Almirantazgo inglés, previas conversaciones con la reina María Cristina, más preocupada a la sazón por las consecuencias de su matrimonio morganático que por especulaciones geológicas. Marchaba el jefe de la expedición acompañado de su esposa y con ella acometió la hazaña de trepar hasta el mismo ojo del cíclope. Ha sido ésta la primera fémina que ha llegado a la cima del volcán isleño; no hay tradición oral o escrita de otra que se le adelantara. Maravilla pensar, cómo pudo hacerlo la valiente dama con el atuendo femenino que se imponía por esa época. No hay que admitir ni por un momento que mistress Piazzi Smith prescindiera de los dictados de la moda; sabido es que la mujer, que desobedeció al Señor en el Paraíso, jamás ha dejado de rendir la más ciega obediencia a cuantos enarbolan la aguja y la tijera. Tampoco habían estos por entonces inventado el estilo deportivo, de modo que es seguro que la señora, tal cual salió de Picadilly Circus, llegó a la cúspide del Teide. Escalar peñas, deslizarse a gatas junto a los precipicios, hundirse entre la greda, malpisar los senderos movedizos, adosarse a la pared de un desfiladero, desafiar el viento, la nieve, los gases deletéreos y hacer todo esto con un miriñaque a la cintura, tres enaguas, corsé y un redingot, constituye en verdad una proeza sin precedentes en la Historia. Los lores del Almirantazgo premiaron con una medalla la labor del sabio, y luego con esa injusticia que es propia de los hombres eminentes, olvidaron dar otra a su mujer...
Hoy mi girasol es para dos mujeres: la primera es la pionera, la que abrió el camino, cuando aquel día subió esa cumbre siguiendo a su marido y la segunda es Dulce María, la poetiza cubana, que tanto amo estas tierras canarias...