Bueno, con mucho corazón y pequeñas pretensiones es que hago esto. No se como he de escribir, ni tampoco pretendo simular a una escritora; he vivido mucho pero a la vez muy poco y por ello, conozco casi nada de este Mundo y sus gentes. He habitado solo en pequeños lugares de pequeñísimos países, apenas en dos islas. Soy desconocedora de cine , literatura, filosofía, medicina, culturas, y hasta de las culinarias. Los entendidos en la materia blog, recomiendan que se hable de lo que se es experto, y yo no llego ni a aprendiz de nada. Por eso, es de puro atrevimiento que me adentre en esta aventura, de ahí que solo me queda, por lógica, la posibilidad de hablar intuitivamente de los acontecimientos que han influido y marcan en nuestros días cada uno de nuestros estados de ánimo, nuestras decisiones, y nuestro comportamiento. En fin, que por mi estatus de poco conocedora, no puedo hablar ni de artes, ni de ciencias, ni de grandes modas, ni grandes recetas, ni de fundamentos de la filosofía o sociología...; hablaré entonces de la manera en que todo lo que he podido conocer, entender y aprender de la obra del hombre, ha influido en mi vida. Contar recuerdos, vivencias, encuentros, recopilaciones de temas, conocimientos, obras, personas y personajes, que aunque ajenos, han llegado a mí, han llamado mi atención o me han dejado alguna huella en mis maneras, en las físicas, y por supuesto en las del alma; es lo único que me queda y puedo compartir aquí. Gracias, y perdonen todos mis errores, tanto de contenido como de forma en este humilde ensayo de blog.
Es un lugar al que me encantaba acudir, y que de manera particular tiene un significado especial, porque está ligado a los mas lindos recuerdos con mi familia, la que yo creé, a pesar de que he estado con mi madre, de que logré un día llevar a mis hijos con sus dos abuelas y de que he estado allí con amigos entrañables, siempre me recuerda a mis hijos cuando eran pequeños; acudíamos porque en ese lugar se lleva cumpliendo una tradición desde hace 300 años: consiste en que todos los días a las nueve en punto de la noche, se escucha, en toda la ciudad de La Habana el ruido provocado por la explosión de un cañon de La Cabaña; el ritual es digno de ver. De como acontece esto cada día y de la historia de tan singular lugar, merece mucho hablar, pero dedicándole un espacio aparte y muy especial para hacerlo.
Pero a pesar de su pasado, es hoy el escenario de algo tan mágico como lo es una feria del libro; significativo es ver a las personas sentadas en cualquier lugar del recinto, de igual manera sobre los muros que cuidaban la bahía, o libro en mano, disfrutando al lado de un enorme cañón.Recuerdo que había que hacer colas interminables en cada stand, recuerdo lo que me costaba alquilar un coche que me llevara desde mi pueblo hasta esa parte de la ciudad, recuerdo que las ediciones no tenían buen papel, ni bellas carátulas, pero merecía muchísimo la pena disfrutarlo.
Cuando comencé a hacerme asidua a la feria ya había nacido mi hijo mayor, apenas sabía leer, pero casi todos los libros que compraba eran para él; no había sido lectora de esos clásicos que solía leer mi hermanoen sus comienzos de gran lector:Julio Vernes, Dumas, Salgari, de este último si recuerdo haber leído algunas cosasde la etapa de los piratas por Las Antillas, pero casi nada de las historias de junglas y tigres.
En fin, que yo compraba y compraba libros cada año en la feria, sin saber si algún día los ojos de mi niño repasarían aquellos cuentos que habían absorvido la infancia de mi hermano y la colección que llegué a reunirle fue bastante importante; claro que le copré muchas historietas de dibujos, en especial recuerdo las peripecias que tuve que hacer para encontrarle las de Axteris y Obelix, por la inmensa cola que se formaba en el pabellón galo. Pero mi empeño era que tuviera aquellos clásicos de literatura para jóvenes, siempre con la duda de si llegarian a ser de utilidad. Y si lo fue. Sorprendentemente mihijo, cuando tendría apenas diez u once años, hizo conmigo una visita a la casa de mis padres, y se trajo consigo una edición de la Ilíada de Homero, que daba miedo de lo grande, impresionante y negra que era...Un comienzo impensable y por todo lo alto.
Después se bebió uno a uno todo lo que con tanta ilusión le había comprado. Aunque hay que honrar el merecido papel que ha jugado el mago, Harry Potter; su autora J.K. ha sido la gran responsable de que muchos jóvenes de todos los países hayan descubierto la lectura; ahora mismo, mi hijo pequeño anda adentrado en uno de los libros de la colección, a pesar de que sabe recitar de memoria cada una de las frases de todas las película de la saga Potter.
Por eso ahora me permito hacerle un pequeño tributo al personaje que maravilló a mis hijos, y fascinará a muchas generaciones...
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